Desde la aparición de los altavoces Bluetooth parece ser que es casi imposible ir a un lugar sin tener que escuchar uno, la última tendencia es llevarlos para hacer mountain bike colgados de las riñoneras, mochilas o sujetos en el manillar.
El mountain bike tiene el poder de desconectarte de la civilización, dejar el ruido de la ciudad atrás y las prisas del día a día. El mountain bike no se trata solo de subir a punto para tirarse, sino de limpiar el alma sucia disfrutando del entorno natural que nos rodea y conseguir algo de paz en el silencio que inunda los alrededores de las sendas por las que nos deslizamos bajando.
Pero se ve que no todos los ciclistas van buscando silencio y tranquilidad a la montaña, ya que algunos han decidido colgar un altavoz bluetooth de su riñonera, mochila o directamente sujeto al manillar, así van escuchando el estruendo musical en todo momento, tanto en las largas subidas como en las retorcidas bajadas.
Es fácil encontrar altavoces Bluetooth específicos para bicicletas.
A estos ciclistas los escuchas venir de lejos, estás pedaleando tan tranquilo y escuchas como un hilo musical se te viene encima, un sonido que va aumentando hasta que ves al ciclista subir con su “chunda-chunda” como si de una clase de spinning se tratase.
Podríamos hablar de la contaminación acústica que puede provocar un aparato de música en un medio natural que permanece en total silencio, pero la pregunta aquí es ¿en serio necesitamos llevar música en las bicicletas? ¿Desconocen la existencia de los auriculares óseos?. Pensamos que el mountainbike no necesita música de mierda, el sonido de los neumáticos golpeando las piedras y nuestra respiración debería de ser el único sonido que se escuchase a nuestro paso.