El mundo del ciclismo se mueve a dos velocidades muy distintas: mientras que los riders de BMX mantienen una mentalidad minimalista y funcional, los ciclistas de montaña han abrazado sin control el consumismo como parte esencial de su evolución. ¿Por qué esta diferencia tan marcada?

El MTB y la fiebre de la última tecnología
El mountain bike ha crecido enormemente en los últimos años, impulsado por avances tecnológicos, nuevas disciplinas y un marketing que empuja constantemente a los ciclistas a mejorar su equipo. Cada temporada vemos cuadros más ligeros, suspensiones más avanzadas, transmisiones con más marchas y, recientemente, la fiebre de las eBikes.
Las marcas han sabido jugar bien sus cartas. Nos venden la idea de que para mejorar como riders necesitamos la última horquilla con cartucho hidráulico rediseñado, la transmisión con el rango de marchas más amplio o la tija telescópica más ligera del mercado. Y nosotros caemos. Porque, seamos sinceros, ¿Quién no ha sentido la tentación de cambiar su bici cuando aparece un nuevo modelo con "mejoras revolucionarias"?
BMX: La cultura del "Ride or Die"
Por otro lado, el BMX es un mundo completamente distinto. Aquí la bicicleta es una extensión del rider, y no un objeto de deseo que se cambia cada temporada. La mayoría de los riders de BMX pueden pasar años con el mismo cuadro y componentes, simplemente reemplazando lo que realmente se desgasta.
¿Por qué esta diferencia? En gran parte, por la cultura que rodea a cada disciplina. El BMX es crudo, urbano, sin concesiones. No se trata de qué tan nueva es tu bici, sino de lo que puedes hacer con ella. La comunidad premia la creatividad y la habilidad por encima del equipo. Los riders buscan piezas resistentes, no las más caras o ligeras. Además, el BMX no ha sido absorbido por la gran maquinaria de marketing de la misma manera que el MTB, lo que evita esa presión constante por actualizar el equipo.

¿Consumismo desenfrenado?
No se puede negar que la industria del MTB ha traído mejoras reales: bicis más seguras, eficientes y capaces. Pero, ¿hasta qué punto necesitamos realmente todas estas mejoras? ¿Somos mejores ciclistas por cambiar de bici cada dos años?
Mientras el BMX se mantiene fiel a su esencia, el MTB sigue en una espiral de innovación y consumismo, donde la bicicleta se ha convertido en un objeto de deseo, el cual lucir ante los amigos de la grupeta y alimentar así el ego y el narcisismo de muchos riders. Quizás sea hora de replantearnos si realmente necesitamos la última novedad o si, al igual que los riders de BMX, deberíamos preocuparnos más por cómo montamos y menos por qué montamos.
¿Qué opinas? ¿Es el consumismo parte inevitable del MTB o podemos recuperar la esencia de simplemente montar y disfrutar?