Hace muchos años que hay un ritual que hacemos antes de salir de casa con la bicicleta, es coger el móvil y enchufar la App llamada Strava. Esta aplicación es la más famosa entre los ciclistas, mide nuestra ruta, nos permite competir entre los usuarios de la red y luego compartir nuestras aventuras en un clic entre muchas más cosas.
Pero el Strava tiene sus Pros y contras como ya vimos en un artículo, el ir siempre rápido, el no disfrutar la ruta, el tener una caída por conseguir ser el más rápido, el no respetar a los demás usuarios, el dejar nuestra ruta pública grabada, etc...
Hemos decidido no usarlo y llevamos un mes sin enchufarlo, los primeros días han sido muy duros, la sensación de salir de casa sin llevarlo encendido era como que te olvidabas algo, como si te fueras sin casco. Durante la ruta la sensación de no tener que correr, ni tener que demostrar a curiosos tus tiempos en las bajadas/subidas hacía disfrutar más de los senderos, tomarse las pausas que fueran necesarias y ser más conscientes del entorno que nos rodeaba.
Al finalizar la ruta estamos menos cansados al no darlo todo en cada segmento que nos cruzábamos, también nos acompaña la sensación de no haber salido en bici ya que si la ruta no aparece en el Strava es como si no hubieses salido, por que nadie lo sabrá y nadie podrá darte un me gusta a tu aventura.
Esa falsa aceptación social que nos dan las redes sociales desaparece, es como ser invisible, pero tampoco lo necesitamos, ya que hemos vuelto a los orígenes del MTB salir a disfrutar,picarnos con los compañeros de grupo, pararnos tranquilamente a comernos algo, tirar fotos y hacer la ruta que más nos guste, sin tener que demostrar a nadie, los metros de desnivel acumulado, lo rápido que somos o la de Kilómetros que hemos hecho. Ahora que hemos probado la libertad es hora de tirar a la papelera la aplicación Strava.