Uno de los hábitos en la rutina de muchos ciclistas de montaña es la de acudir al bar una vez han terminado la ruta del día, e incluso algunos lo usan como motivación para acabar los kilómetros que le quedan.
Toda ruta ciclista acaba en un bar, o al menos la de bastantes ciclistas que asaltan los bares nada más acabar de pedalear, sentarse en una mesa con toda la grupeta y compartir unos instantes de comida y bebida cierran el círculo de un día perfecto.
Hidratarse
Llegar totalmente sediento al bar y en el límite del nivel de hidratación es algo habitual en las rutas largas. Es el momento perfecto para empezar a recuperar litros, aunque lo suyo sería beber agua o líquidos isotónicos, lo más común es agarrarse a jarras de cerveza, en este caso hay que ser comedido, ya que, recordemos que el alcohol no es nada bueno para una recuperación correcta.
Alimentarse
Después de pasar tres horas comiendo barritas energéticas el estómago necesita “comida real”, este momento es crítico, ya que el apetito voraz que arrastramos los ciclistas puede hacer que comamos más de lo debido y acabemos la ruta con más calorías de como empezamos.
Enchufes
Desde las llegadas de las ebikes los bares se han convertido sin querer en una especie de “punto de recarga”, sobre todo cuando la parada en el bar es en un punto intermedio de la ruta. Podemos ver como salen los cargadores de las mochilas y empiezan a buscar enchufes para ganar una raya de energía durante la parada.
Rememorar
A todos nos encanta contar batallitas y los bares es el momento álgido donde todos los ciclistas cuentan lo vivido durante la ruta, esa trialera que se atragantó, esa subida donde adelanto a su amigo o esos piques personales que hay entre unos y otros. Los gritos, ruido y murmullo de las conversaciones puede ser arrollador.
Vuelta a la calma
Después de cada salida en bicicleta hay que volver a la calma a nuestro cuerpo, estar sentados una hora en una mesa en el bar hace que nuestras pulsaciones disminuyan y nuestro cuerpo se relaje, por eso, es importante no estar demasiado lejos de casa, porque si tenemos que volver a pedalear nos va a costar bastante arrancar.