El esfuerzo que quitan las bicicletas eléctricas es bastante significativo, una vez que el cuerpo se habitúa a él, volver a una bicicleta muscular es como querer mover una hormigonera.
Algunos ciclistas que llevan mucho tiempo montando en bicicletas eléctricas han probado a salir de ruta de nuevo con una mountain bike muscular y se han sorprendido del esfuerzo que hay que hacer para moverlas, “Es como intentar arrastrar un ancla”, “No entiendo como podéis subir con este muerto”, se escuchaba decir entre los ciclistas.
Algunos de ellos llevaban la vena del cuello inflamada mientras intentaban superar un ligera cuesta. El luchar contra la gravedad sin ayuda de un motor que te vaya empujando supone tener que estar en una forma física aceptable para no morir en el intento. Algunos se asustaron al ver el líquido que les caía por la cara, pero sus compañeros ciclistas les advirtieron que solo era sudor y que eso era normal. Al terminar la ruta 9 de cada 10 ciclistas eléctricos no se plantearon el volver a usar una bicicleta muscular.